La ley del Montes

Redacción: El Heraldo

El asesinato del presidente de Haití, Jovenel Moise, se ha convertido en una especie de rompecabezas en el que hay muchas fichas que no encajan. Una de ellas es la presunta participación de un escuadrón de militares retirados del Ejército colombiano, quienes se habrían encargado de llevar a cabo el magnicidio. 

Al comienzo todas las versiones apuntaron hacia esa dirección, pero con el transcurso de las horas empezaron a surgir otros móviles y otros autores intelectuales y materiales, quienes estarían detrás del asesinato del presidente Moise, así como del atentado contra su esposa y sus hijos, dentro de la residencia presidencial.

Uno de los testimonios que desvirtúa la presunta participación de los mercenarios colombianos –versión acogida con fervor por políticos colombianos– es el del exsenador haitiano Steven Benoit, quien sostuvo pocas horas después del magnicidio que Moise fue asesinado por integrantes de “su cuerpo de seguridad”.

Agregó –además– que los militares retirados colombianos llegaron a la residencia presidencial una hora después de ocurridos los hechos. “Ellos –declaró Benoit– son contratistas del Estado haitiano y habrían sido llamados para atender reportes de tiroteos en la zona. Ellos auxiliaron a la primera dama y su familia”.

En Colombia hay otro testimonio que también sirve para desvirtuar la hipótesis de la presunta participación de los “mercenarios colombianos” en el magnicidio. Es el de Yenny Carolina Capador, hermana del sargento retirado Duberney Capador Giraldo, muerto en circunstancias que aún no se han esclarecido, al igual que la de Mauricio Javier Romero. En entrevista con BLU Radio, Yenny Capador sostuvo que su hermano fue “contratado por una empresa de seguridad de ese país. El viajó el 6 de mayo a Haití con el propósito de cuidar a alguien muy importante”.

Es decir, no se trató de una operación encubierta o clandestina, sino de una especie de “entrampamiento” en el que los militares retirados colombianos habrían servido como “gancho ciego” o idiotas útiles con el fin de distraer a las autoridades sobre los verdaderos autores intelectuales y materiales del asesinato de Moise. Las investigaciones se encargarán de reafirmar o desmentir esta hipótesis.

Curiosamente, mientras la versión de los “mercenarios colombianos asesinos” empieza a mostrar serias inconsistencias, en Colombia los líderes opositores no solo la dan por cierta, sino que han iniciado una campaña brutal de desprestigio contra las Fuerzas Militares.

El senador y candidato presidencial Gustavo Petro fue implacable en su arremetida contra las Fuerzas Militares y el Gobierno: “¿Quién le enseñó a torturar a los exmilitares colombianos que torturaron y asesinaron al presidente de Haití? ¿Quién les enseñó a asesinar? ¿No es esta una demostración del enorme fracaso de la política de seguridad del uribismo?”, trinó Petro sin contemplación en su cuenta de Twitter.

El representante a la Cámara por Boyacá, César Pachón, también fue implacable a la hora de condenar a los militares retirados colombianos, quienes ni siquiera han gozado del principio universal de la presunción de inocencia. Todos ya fueron “condenados”, sin haber sido vencidos en juicio. “Un militar retirado que trabaja de sicario –escribió el congresista Pachón– no es un exmilitar, es un paramilitar. Y hay tantos que hasta los exportamos”.

Pero hasta congresistas cercanos al Gobierno y muy amigos del presidente Iván Duque, como el senador Ernesto Macías, en plan de precandidato presidencial, también se sumaron al linchamiento mediático a los militares retirados del Ejército. “Militares colombianos en retiro, implicados en magnicidio en Haití, deben ser pedidos en extradición para aplicarles las máximas condenas. Y la justicia debe investigar quién los financió. Son una vergüenza para Colombia”, escribió en Twitter. Horas después rectificó, pero ya el daño a las Fuerzas Militares estaba hecho. ¿Qué hay detrás del magnicidio del presidente Moise y qué tanto asidero tiene la versión según la cual el crimen fue cometido por militares colombianos retirados?

Militares retirados no tienen ningún vínculo con el Ejército Nacional

Por cuenta de la presunta participación de los militares retirados del Ejército Nacional en el asesinato del presidente Moise han surgido todo tipo de interpretaciones, señalamientos y juicios. Uno de los más descabellados corrió por cuenta del senador opositor Iván Cepeda, quien anunció que citará a un debate de control político al ministro de Defensa, Diego Molano, para que dé explicaciones sobre lo sucedido.

Pues el senador Cepeda debe saber que ni el ministro Molano, ni el comandante de las Fuerzas Militares, ni el comandante del Ejército Nacional tienen nada que explicar. Punto. Los militares retirados son eso: retirados de la Institución y una vez prestan sus servicios no tienen ningún vínculo con ese cuerpo armado. Su único vínculo es afectivo, pues algunos pertenecieron al Ejército por más de 20 o 30 años. El pensamiento irracional del senador Cepeda demuestra su desconocimiento de cómo funciona el Ejército Nacional.

Eso es tanto como que mañana los exjefes de las Farc –hoy flamantes congresistas de Colombia– tengan que responder por los crímenes que cometan los llamados “disidentes”, entre ellos alias Iván Márquez. ¿Qué tiene que ver Timochenko con las andanzas de Márquez? ¿O sí? Extraña que el senador Cepeda no tenga claro un asunto tan fundamental. Los soldados, suboficiales y oficiales del Ejército Nacional dejan de pertenecer a la Institución una vez solicitan su retiro de forma voluntaria o son llamados a calificar servicios. Hasta ahí llegan sus vínculos con la institución.

El oportunismo político, irresponsable y peligroso

“¿Quién le enseñó a torturar a los exmilitares colombianos que torturaron y asesinaron al presidente de Haití?”, se preguntó el senador y candidato presidencial Gustavo Petro, quien dio por cierta la versión según la cual el presidente Moise fue asesinado por militares retirados colombianos. Llama la atención que Petro aspire a ser jefe supremo de unas Fuerzas Militares de las que desconfía tanto.

¿Qué poca estimación y qué poca credibilidad le tiene Petro a nuestro Ejército Nacional? ¿Tiene Petro –acaso– información de primera mano –verídica y verificable– que permita llegar a la conclusión de que Moise fue asesinado por “exmilitares colombianos”, como escribió en su trino. “¿Quién les enseñó a asesinar?”, se pregunta Petro. De nuevo: ¿Tiene el candidato presidencial información que el resto del país ignora como para señalar de asesinos a los militares retirados que fueron capturados horas después del magnicidio de Moise? Ese tipo de afirmaciones son muy delicadas y muy graves precisamente por provenir de quien provienen: una persona que aspira a ser jefe supremo de nuestras Fuerzas Armadas.

El oportunismo político es inadmisible y reprochable, mucho más cuando compromete a una institución que vela por la seguridad de todos los colombianos. No se trata de ser alcahueta ni cómplice de quienes deshonran el uniforme, sino de ser responsables y cuidadosos con el manejo de la información. La justicia será quien determine la responsabilidad o no de los militares retirados colombianos en el magnicidio del presidente Moise. No está de más reiterar que se trata de militares retirados –no activos– cuya inocencia se debe presumir hasta que no se demuestre lo contrario.

A los militares retirados de Colombia los contratan por buenos y eficientes

Las Fuerzas Militares de Colombia –al igual que la Policía Nacional– gozan de gran prestigio en las islas del Caribe y Centroamérica. La razón es elemental: tienen experiencia y mucha preparación en la lucha contra “enemigos internos” y contra el “crimen organizado”. Esa es la razón por la cual muchas empresas de seguridad de militares retirados son contratadas por esos países para que presten servicios de seguridad a compañías y dignatarios.

Las contratan de forma legal por ser buenas y eficientes. Algo parecido ocurre con países como Dubái, donde contratan militares colombianos retirados –entre ellos muchos pilotos– a quienes les pagan altas sumas de dinero. No son mercenarios, sino empleados que ponen al servicio de sus jefes toda su experiencia y capacidad de trabajo. Pero así como contratan de forma legal a militares colombianos retirados por ser buenos y eficientes, también los contratan de forma ilegal para que presten sus servicios en acciones criminales.

Los mercenarios existen en todos los países, desde Estados Unidos hasta Israel. Son sicarios y asesinos a sueldo carentes de ideología que se venden al mejor postor. En los 80 llegó a Colombia el tristemente célebre Yair Klein, quien se encargó de entrenar y capacitar grupos de autodefensas en el Magdalena Medio. ¿Respondió el gobierno de Israel por las atrocidades cometidas por quienes fueron entrenados por Yair Klein en Colombia?

El magnicidio más “chambón” del mundo

Hace bien el Gobierno nacional en apersonarse de la situación de los militares retirados detenidos en Haití. La muerte del presidente Moise debe aclararse y con ello debe establecerse la responsabilidad o no de los colombianos en el magnicidio. Hasta el momento son más las preguntas que las respuestas que giran en torno a ese crimen de Estado.

Entre las preguntas que vale la pena responder están: ¿Por qué razón quienes fueron contratados para proteger al presidente terminaron señalados de asesinarlo? ¿Cómo es que un comando integrado por militares retirados de excelente preparación terminan cometiendo el más “chambón” de los magnicidios? ¿Quiénes se encargaron de mover los hilos con tal sofisticación y precisión que hoy tienen tras las rejas a 15 militares colombianos retirados y dos muertos? ¿Por qué razón los “mercenarios colombianos” tuvieron varias semanas para conocer varios lugares de Puerto Príncipe y se tomaron fotos en distintos sitios turísticos? ¿Es así como se comportan quienes tienen la misión de asesinar al presidente de Haití? ¿Como así que dichos mercenarios no habían diseñado un plan de fuga –después de “cometer” el magnicidio– a tal punto que llegaron al palacio presidencial una hora después del crimen del presidente? Tantas preguntas merecen respuestas certeras y contundentes. Suficiente daño le han hecho a la imagen de nuestro Ejército el comportamiento criminal de algunos de sus miembros involucrados en los llamados “falsos positivos”, como para que ahora se sume la participación de militares retirados en el magnicidio de Jovenel Moise, presidente de Haití.

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